jueves, 16 de octubre de 2008

TIC: mitos para la educación.

Las relaciones y beneficios que se producen entre los computadores y los seres humanos han sido y son tema de debate. Dentro de las diversas posturas que se advierten, se encuentran quienes plantean una simbiosis producto de esta relación, la cual explicaría, según dicen, ciertos avances en la cognición cuando los ordenadores se encuentran presentes en el proceso de aprendizaje. Esta corriente propone a este beneficio como privativo de las computadoras (Solomon y otros, 1992:3), como si escribir, dibujar, tocar el piano o cualquier otra cosa que puedan imaginar, no fuera una simbiosis de la mente con una herramienta externa y en este proceso no se modificara tambien el hombre y el objeto en su conformación y significación.

"No hay tecnología alguna de ordenador que por sí misma afecte la manera de pensar. Debemos tomar en cuenta, teórica y prácticamente, la totalidad del entorno social y caultural de la enseñanza." (Solomon y otros, 1992:3-4). Todo hombre es conmovido y modificado por su cultura, pero es a la vez él mismo quien la modifica. Para que algo interactúe con el hombre, este debe haberlo nominado en primera instancia, es decir asignarle un valor tal que merezca ser traducido en una nueva palabra. Es en este momento que el objeto se define culturalmente: con esa palabra le es dado la importancia e inclusive el uso a este nuevo símbolo cultural. "Todo lo que es del dominio de la cultura participa en el fondo de valores, de sistemas de valores. De articulación entre valores. Pues bien, tales valores son los que se imprimen en la lengua. solo que es un trabajo muy difícil sacarlos a relucir, porque la lengua arrastra toda suerte de datos heredados" (Benveniste,1974:24-25). Pero esto no es estático, se modifica y se reinventa en el lenguaje de cada hombre (Chomsky, 1965), y esto es, en definitiva, un residuo cognitivo. En pocas palabras, no es la herramienta por si misma quien genera este residuo cognitivo, si no una triple interacción: primero entre el hombre y la cultura, y posteriormente entre la cultura y la herramienta. El hombre siempre actúa desde su propio horizonte simbólico (Kusch, 1976) e intenta encuadrar todo lo que descubre o "ve" en este (como ejemplos podemos tomar algunas referencias de la Gestalt que propone que el hombre ve rostros o triangulos en donde no las hay, porque culturalmente está preparado para eso).

En este ir y venir de las virtudes de la computación, se le ha atribuido a esta, la virtud de facilitar las cosas al punto de decir que "hasta un novato con poca experinecia puede elaborar un producto respetable" (Solomon y otros, 1992:5). Lejos está esto de ser cierto, ya que este "novato" debe poseer un dominio de la herramienta que está utilizando y poseer la capacidad de actuar (Chomsky:1965) con ella de forma tal de poder obtener un producto que respete ciertas características finales (vaya novato). Podemos si, discutir su competencia (Chomsky:1965) en el área en la que se emplaza el producto que ha creado, pero eso es otra discusión: ¿Quién puede decir qué es arte o peor aún quién es un artista y quién no lo es?

Recuerdo una experiencia propia en la secundaria, en la que se nos permitía tener, durante las evaluaciones de materias como matemática y física, todas las formulas de los temas dados para resolver el examen final. Claro, aquel que no supiera para que sirven estas, le resultaría inutil tenerlas a su lado. Sin embargo, aquellos que entendieran su funcionamiento, aplicación y posibilidades, podrían darles un uso a esos geroglíficos que se encontraban allí escritos. Lo que permiten, en definitiva, las herramientas, es acortar los procesos o hacerlos más accecibles en cuanto a lo económico (Freud), pero no el superar obstáculos cognitivos.
Sin embargo, existe una postura opuesta en este sentido que propone que "Potencialmente, permiten al estudiante funcionar a un nivel que trasciende las limitaciones de su sistema cognitivo" (Solomon y otros, 1992:5). Parte de la fundamentación de esta postura radica en pensar que "Al fin y al cabo es el SISTEMA, no el individuo a solas, que ejecuta la tarea intelectual." (Solomon y otros, 1992:7).


Podríamos ponernos, en esta linea, a preguntarnos: ¿Quién cocina: el chef o el ayudante de cocina?
Evidentemente, los ayudantes solucionan muchos aspectos que de otra manera generarían una gran carga en el Cheff, pero estos no cocinan, hacen aquello que le es indicado por el Cheff. Son, evidentemente parte indispensable del resultado final, pero no nos equivoquemos: quien dirige, quien lleva la batuta de esta orquesta es el director. Sin director no hay concierto. Es evidente: sin orquesta tampoco lo habrá, pero quién plasma la idea final es el director, los músicos colaboran o generan resistencia para que esta salga a flote, emerja.

Algo que no debemos olvidar de las computadoras es que, en el final del camino, alguien programa al ordenador para que este haga algo. El ordenador no es inteligente por si solo, es la representación del pensamiento o las estructuras de pensamiento de un grupo de programadores o administradores.
Y es esto con lo que trabajamos...

Referencias:
Benveniste, Emile (1974) Problemas de Lingüística General I y II. Siglo Veintiuno Editores, México, 1985
Chomsky, Noam. (1965) Aspectos de la teoría de la sintaxis. Aguilar, Madrid, 1970
Kusch, Rodolfo. (1976) Geocultura del Hombre Americano. Fernando García Cambeiro, Buenos Aires.
Salomon, G., Perkins, D. Y Globerson, T. (1992), “Coparticipando en el conocimiento: la ampliación de la inteligencia humana con las tecnologías inteligentes”, en Revista CL&E Comunicación, lenguaje y educación Nº 13:6-22

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