“Las nuevas tecnologías de la información no son simples herramientas para ser aplicadas, sino que son procesos para ser desarrollados.” (Castells, 1997:2)
En el transcurso de los últimos 15 años, se han integrado, tanto en mi vida profesional como personal, un importante número de herramientas tecnológicas. Aún antes de este lapso de tiempo y de las primeras PC de escritorio, fui testigo de la aparición en la vida cotidiana de sintetizadores y máquinas secuenciadoras (secuencer) que se interconectaban en una pequeña red a través del puerto MIDI. Ya con estos instrumentos, comencé a realizar programas con instrucciones específicas para controlar desde la rudimentaria interfase del secuencer los “System Exclusive” y lograr así cambios en la modulación, vibrato u otros parámetros del sonido. Con la aparición de las primeras computadoras de escritorio me convertí en el feliz dueño de una XT con monitor ambar y dos lectoras de 5 ¼ ´´ que me permitió conocer el D.O.S. más allá de la lectura que había realizado en libros respecto de este sistema operativo. Ese seductor cursor titilante, a la espera de mis órdenes para que yo pudiera hacer cuanto quisiera…
Llegando más cerca de 1993, que es de donde nos proponemos comenzar nuestro recorrido, la primera sacudida tecnológica fue la aparición de un Pentium 150Mhz con Windows 98 y la adquisición de una placa de audio Sound Blaster AWE32 que fue reemplazada posteriormente por una Turtle Beach Pinnacle ambas con la posibilidad de conexión MIDI y un sintetizador integrado con bancos de sonido programable, aunque evidentemente la segunda superaba a la primera con su sintetizador Kurzweil K1000 y su relación sonido / ruido que la colocaban dentro de las posibilidades de grabación “profesional”. En pocas palabras, había nacido el estudio de grabación hogareño. El impacto de esto en la vida del músico profesional fue inimaginable: la grabación de sus producciones pasó de ser una utopía a algo medianamente alcanzable.
Un poco anterior a esto, y en referencia a cuestiones un poco más prosaicas, pude contar con un horno de micro ondas, que, si bien me fue útil en su momento, resultó ser un objeto de primera necesidad en el momento que nació mi primer hija. La facilidad con la que se puede esterilizar mamaderas y otros objetos en este invento milagroso es inimaginable: ya que la esterilización hogareña se reduce a “hervir por cinco minutos los objetos”, en el micro ondas se puede hacer esto con poca cantidad de agua que se convierte rápidamente en vapor y esteriliza los objetos que se encuentran dentro de un receptáculo especial o, como fue mi caso, un “hervidor de arroz” para micro ondas.
Volviendo a cuestiones profesionales, una inclusión destacable, a nivel tecnológico, fue el Mini Disc, que en mi caso, permitió la realización de grabaciones conciertos en vivo (propios y de terceros) sin la incomodidad y el costo de movilización de una PC completa, además de la notoria diferencia respecto a la ausencia de ruidos de ventiladores, monitores o de los ruidosos discos rígidos de la época. Además un aparato del tamaño de un walkman que puede grabar 74 minutos de audio en un disco de 3 ½ ´´ con una calidad de grabación cercana a la de un CD, es algo que genera un gran cambio, además de ser, en comparación, increíblemente accesible a nivel económico.
Esta misma herramienta la utilicé años después en las escuelas en que trabajaba para que los estudiantes pudieran recoger diferentes sonidos y grabar diversos elementos para trabajar en la elaboración de publicidades de tipo radial. En esta experiencia utilizamos diversos medios de grabación, que luego fueron digitalizados en el laboratorio de computación con las placas de audio integradas que poseían las computadoras y trabajadas con software multipista (Cool Edit) para la secuenciación de los diversos bloques sonoros grabados y así lograr la publicidad como producto final. La posibilidad de trabajar la secuenciación en tiempo real, por parte de los estudiantes, de diversos bloques sonoros era para la escuela media, en general, algo impensado, ya que antes de la aparición del software multipista, la única forma era con equipos de cinta abierta o A.D.A.T. de costo extremadamente elevado.
A todos estos adelantos tecnológicos les faltaban algunos ajustes: los primeros discos rígidos eran, en materia de audio multipista, lentos en cuanto a la tasa de transferencia de datos, más en relación a la lectura y escritura “simultanea”. Si estoy grabando una pista de audio mientras estoy escuchando otra se produce un desfasaje y si estoy grabando muchas pistas simultáneamente, la tasa de transferencia puede no ser suficiente. Esto fue subsanado en diversos avances de software y el cambio de tecnologías: la aparición de los discos SCASI. Este tipo de conexión también trajo las primeras grabadoras de CD (en mi caso una PLEXTOR), que posibilitó la grabación de los “master” que se grababan en el estudio, así como la realización de respaldos de información almacenada en los discos rígidos. La única desventaja de este tipo de conexión era su costo que era significativamente superior a los productos “normales”. Con la aparición de los puertos Ultra DMA y posteriormente Serial ATA, además de las grabadoras de DVD, fue posible, con las tecnologías más económicas, lograr los mismos o inclusive mejores resultados que las tecnologías reservadas para usos profesionales de apenas cinco años antes.
La conexión a Internet, la cual tuve la suerte de poseer poco después de su arribo a Rosario con sus escalofriantes 28.8Kbps servía para poco más que lograr descargar algunos controladores y lograr que Windows no se reinicie cada media hora; o enviar algún mail a aquellos que estaban lejos, cruzando el charco. De todas formas, una vez que la velocidad de conexión lo permitió y los costos telefónicos se adecuaron un poco (0610), fue posible quedarse largo tiempo “en línea” para realizar algún tipo de investigación, o “chatear” con amigos a través del ICQ. En lo personal, recuerdo, la temporada que pasé en la Orquesta Sinfónica Nacional de Ecuador, en Guayaquil, y gracias a la conexión de 56Kbps pude hacer video conferencias con mi pareja (actual esposa) y hacer las distancias un poco más cortas…
Otra inclusión tecnológica fue el celular, que en principio sólo era una herramienta de comunicación, un teléfono móvil. Estos pequeños aparatitos fueron evolucionando y poco a poco incorporaron todo tipo de herramientas. Un uso inesperado (Morin) para esta tecnología, justo cuando se empezó a prohibir su uso en las escuelas, fue la de “ayudante” para mis clases en nivel medio. Dentro de los contenidos que se desarrollan en la escuela media se encuentra, en el área de educación artística, la lecto-escritura musical: pentagrama, clave de sol, compás, etc. Muchos celulares comenzaron a traer una herramienta llamada “compositor”, que no era otra cosa que un pequeño secuenciador, que permitía, en un leguaje medianamente matemático componer pequeñas melodías. Esto vino como anillo al dedo para realizar los dictados melódicos: los chicos se encontraban entusiasmadísimos probando lo que estaban escribiendo en los celulares: fue un rotundo éxito. Claro, tiempo después se aprobó la ley que impedía el uso de estas tecnologías en las horas de clase… Esto me hizo acordar al hombre de las cavernas que se asustaba con las sombras que veía fuera de su cueva… ¿No es más fácil encontrar una forma para integrar que prohibir?
Respecto a este punto quisiera rescata un pasaje de la bibliografía que creo, aunque en otra dimensión, enmarca esta última reflexión:
“Según Mokyr, parece que el factor determinante del conservadurismo tecnológico fue el miedo de los gobernantes a los posibles impactos del cambio tecnológico sobre la estabilidad social. Numerosas fuerzas se opusieron a la difusión de la tecnología en China, como en otras sociedades, en particular los gremios urbanos. A los burócratas, contentos con el orden establecido, les preocupaba la posibilidad de que se desataran conflictos sociales que pudieran aglutinarse con otras fuentes de oposición latentes en una sociedad mantenida bajo control durante varios siglos.” (Castells, 1997b:10-11)
Es evidente que la inclusión, por parte de ciertos actores (que no eran los docentes), de novedades tecnológicas en “la clase” o en “el aula” hicieron temer a algunos miembros de la sociedad respecto de la estabilidad del sistema educativo… se divisaba para ellos un rumor de conflicto en el horizonte. Su respuesta no se hizo esperar: “El Laurel que fue plantado sin permiso del Virrey debe derribarse” ya que este les da más libertad de la que nosotros podemos controlar.
Siguiendo nuestro recorrido, en las clases de música solemos hablar bastante de los parámetros del sonido y entre ellos encontramos la intensidad del mismo. En la explicación de este concepto existen muchas referencias cruzadas: la unidad con la que se mide este parámetro es el Bel que es una unidad de medida demasiado grande y por tanto debe usarse un submúltiplo de este, el decibel. Además, la escala de esta unidad no es lineal, es logarítmica con base 10 y por tanto, sin entrar en demasiado detalle, la distancia entre una unidad y la siguiente es 10 veces la anterior. Y todo esto explicarlo a los estudiantes “en el aire”. Mi estrategia fue intentar conseguir alguna forma para que ellos pudieran tener un contacto un poco más directo con esto y esta estrategia encontró pié en la compra de un decibelímetro, que no es otra cosa que un aparato para medir la intensidad del sonido. Los estudiantes pudieron entonces realizar sus propias mediciones y sacar sus propias conclusiones utilizando como referencia el mundo que los rodea. “El conocimiento es organización y puesta en relación y en contexto las informaciones y las experiencias que vamos teniendo a lo largo del tiempo.” (Gros, 2004:4)
Creo que uno de los mayores impactos de las TICs se evidenció en la accesibilidad a recursos antes destinados a unos pocos. La posibilidad, por ejemplo, de digitalizar video a través de una simple interfase FireWire es algo que pone al alcance, de quien posea una cámara de video con dicho puerto, de una digitalización mas “económica” que pensar en conseguir una digitalizadora de por lo menos US$300 o más. Además permite a las escuelas de nivel medio, de la orbita pública, el ingreso de nuevas posibilidades que antes, por cuestiones de costos, eran impensadas. Tal es el caso de la experiencia que pude realizar, en un trabajo con los estudiantes, relacionada con la manipulación de la información en televisión. Este proyecto se cristalizó por medio de la creación de un corto televisivo grabado y editado por los estudiantes. Además, con la inclusión del scanner, la sonorización con software multipista pudo pasar a otro nivel de integración. Los paisajes que nombrábamos antes respecto a las sonorizaciones, pudieron volverse historietas, en las que cada viñeta era escaneada y a la que agregábamos la banda sonora creada por los estudiantes. Todo el trabajo era realizado por ellos y nosotros como docentes, nos limitábamos a ayudarlos a entender el uso del software. Este tipo de integración era bastante difícil de lograr antes de la aparición de estas tecnologías y más aún considerando la escasa carga horaria de las materias artísticas.
La posibilidad del trabajo en red de las computadoras del laboratorio de computación en donde realizo en gran parte mis experiencias, y sobre todo la concreción de su conexión a Internet, abrieron las pertas a un universo nuevo en cuanto a las posibilidades que podía encausar en el uso de las TICs. Así, la utilización de foros de discusión con los estudiantes, el poder ver e intercambiar opiniones respecto de los trabajos de los demás compañeros por medio de la red, así como otras actividades nos nutrieron mutuamente. Además, con el uso de ciertas plataformas gratuitas que posibilitan la colaboración simultanea de varios usuarios en la construcción de un documento, usuarios que pueden o no encontrarse ceca el uno de otro, sumado a la posibilidad del docente de sugerir cambios o correcciones o agregar preguntas para que se reflexione sobre lo hecho, coadyuvo a la construcción de una dialéctica en la entrega de trabajos y edificación de conceptos a partir del intercambio.
“Como acertadamente se recomienda en la declaración de principios de la CMSI ‘las TIC deben considerarse como un instrumento y no como un fin en sí mismas’. Son herramientas para llevar a cabo nuestras ideas, no una varita mágica. Lástima que las palabras rara vez se acompañan con actos, sobre todo cuando, más allá de las promesas, se trata de combatir la pobreza, el hambre y la exclusión social y cultural.” (Levis, 2004:18)
La posibilidad de rehacer lo escrito, inclusive este mismo documento en el que escribo, borro, reviso ideas y vuelvo a escribir es sin duda una gran ventaja de los procesadores de texto. No es ya una máquina de escribir en la que si me equivoco en una hoja, dependiendo de la gravedad del error, debo volver a tipear todo otra vez. Ahora con solo corregir la palabra y apretar el “iconito de la impresora” o “Ctrl+P” vuelvo a imprimir sin mayor esfuerzo aquello que tanto trabajo me costó hacer (claro, si es que todavía me quedan hojas o tinta…).
Otro ícono en la inclusión de TICs son los OCR (Optical Caracter Recognition) que conjugados con los lectores de pantalla permiten, a quienes tengan alguna dificultad visual, la lectura de documentos impresos. Gracias a esta herramienta cuento hoy entre mis alumnos con una chica ciega, que puede ponerse a la par de sus compañeros, ya que su computadora puede “leerle” los textos que les brindo como bibliografía en mis clases. En este sentido, el correo electrónico me permitió realizarle devoluciones de sus trabajos sin la necesidad de que alguien le leyera mis sugerencias, ya que esto era realizado por su propia computadora. En pocas palabras, se convierte en una herramienta para la independencia de esta estudiante, en una posibilidad para valerse de sus propios recursos para adaptarse.
“Las TIC no tienen en sí mismas capacidades intrínsecas de cambio que conduzcan inevitablemente a una mejora en las condiciones de vida de sus usuarios. No es seguro que viviremos mejor por el sólo hecho de tener acceso a más imágenes, más informaciones y más canales de comunicación. Mucho menos si las controlan las grandes firmas comerciales.” (Levis, 2004: 15)
Es inevitable: las nuevas tecnologías de la información y comunicación llegaron para quedarse. La pregunta que debemos hacernos es cómo nos encontrará este desembarco tecnológico en nuestro que hacer educativo.
La aplicación de las TICs como una posible ampliación del espacio presencial de clases, por ejemplo a través de plataformas de e-learning, es algo absolutamente pertinente, es decir: no podemos darnos el lujo de desechar un camino para poder desarrollar contenidos más allá del tiempo que los alumnos permanecen dentro de la institución, camino que además intenta ampliar el vínculo de pertenencia institucional y las diversas formas de trabajo grupal.
Las políticas educativas actuales distan mucho de ser claras, más aún en este punto de inflexión o de transición entre dos leyes de educación. Además, se plantea un gran interrogante respecto de la dirección que llevan las políticas sociales en nuestra sociedad, lo cual genera mayor heterogeneidad a la hora de hablar respecto de los fines de la educación.
Sin embargo las TICs están instaladas en el centro de la discusión y serán ellas las que, probablemente, generen el mayor cambio en materia educativa. Es de este punto que deriva mi preocupación, ya que un amplio sector docente carece de los elementos básicos para el uso de estas herramientas. Otro gran sector dice conocer respecto del uso de computadoras, pero sólo conoce el manejo superficial de una parte de alguna suite ofimática (generalmente Microsoft Word u Exel), desconociendo en absoluto cualquier circunstancia referida al manejo de archivos, carpetas, accesos directos, grabación de CD, utilización de pen drives u otros menesteres referidos a los sistemas operativos.
Es usual encontrarse con comentarios como “me salió un cartel mientras estaba trabajando con la computadora y no supe que hacer”, sin ser este aviso del sistema operativo o entorno de trabajo nada que se encuentre tan distante del usuario como para ponerlo dentro del universo de los profesionales de la industria tecnológica. ¿Cómo podemos pretender que una persona que no puede trabajar cómodamente con una computadora la utilice en los procesos de enseñanza-aprendizaje con sus estudiantes?
A lo que quiero referirme con estas reflexiones, es que debemos propender prontamente a una “alfabetización” tecnológica y particularmente en el uso de recursos afines a las computadoras no sólo dentro del ámbito de la educación obligatoria. Es prioritaria su inclusión dentro de los planes curriculares de los institutos de formación docente. Esta estrategia no deberá estar centrada exclusivamente en el uso de software ofimático, si no que debe comenzar desde la base del manejo de archívos, conociendo además las características de los diferentes tipos de archivos con los que se trabajará (doc, odt, wav, tiff, jpg, mpeg, mp3 y tantos otros).
Es necesario que el docente esté embebido y entienda los recursos y conceptos con los que va a trabajar, sobre todo si pretende enseñarlos.
“Las redes tecnológicas sólo tienen sentido dentro de las redes sociales, si la escuela sigue siendo un elemento aislado nunca podrá incorporar la tecnología, es incompatible. El desarrollo de las redes supone un proceso evolutivo en el que la innovación y el aprendizaje es un aspecto central. El reto actual es que no sólo tienen que aprender los estudiantes sino las propias escuelas.” (Gros, 2004:7)
Referencias:
Castells, Manuel (1997) La era de la información Tomo I, Economía, Sociedad y Cultura; Capítulo 1: "La revolución de la tecnología de la información".
Castells, Manuel (1997b) La era de la información Tomo I, Economía, Sociedad y Cultura, Prólogo: "La red y yo".
Levis, Diego (2004) Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información "Modelo para armar” en Signo y Pensamiento nº 44, Bogotá
Morin, Edgar (1999) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO
Gros, Begoña (2004) De cómo la tecnología no logra integrarse en la escuela a menos que…. cambie la escuela, Jornadas Espiral, Barcelona